El Zorro y la Cigüeña (Samaniego)

Cierta vez, un Zorro se empeña
en invitar a comer a la Cigüeña.
La invitó con grandes expresiones,
anunciando sin duda, buenas provisiones
de lo más excelente y exquisitas.

Acepta contenta la Cigüeña, y va con apetito;
pero encontró en la mesa solamente
un guiso sobre una plana fuente.

En vano la comida picoteaba,
pues para el guiso que miraba,
un inútil tenedor era su largo pico.
El Zorro, con la lengua y el hocico,
limpió muy bien su fuente, que pudiera
servir de fregatriz si a Holanda fuera.

Mas de allí a poco tiempo, convidada
de la cigüeña, halla preparada
una botella de jigote llena.

Allí fue su aflicción; allí su pena:
el hocico goloso al punto asoma
al cuello de la sedienta botella;
mas en vano, pues era tan estrecho
cual si, por la Cigüeña fuese hecho.

Envidiosa de ver que a conveniencia
chupaba la del pico a su presencia,
vuelve, tienta, discurre,
huele, se desatina, en fin, se aburre.

El Zorro, se marchó con rabo entre piernas, tan corrida,
que ni aun tuvo siquiera la salida
de decir "¡están verdes!" como antaño.

Moraleja
También hay para los picaros, engaño.



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